Brinco y pataleo.



El brinco y el pataleo a lo hora del momento difícil es propio del ser humano. Pero el irse y dejar al que te lo ha dado todo es de necios y covardes.

El caso de Abraham y Sara es un ejemplo vivo de esto: Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Génesis 17:15-19

A veces la actualidad nos juega en contra y pensamos que el brinco y el pataleo indica que nuestro lugar no es la iglesia. Pero a los apóstoles Cristo no les quitó el apostolado cuando le desobedecieron 3 veces: aunque los orientó, no los despidió. Sabes por qué? Porque el acababa de manifestar brinco y pataleo delante de Dios cuando sudo gotas de sangre y le dijo al padre "si es posible pasa de mí está copa". Cristo venía de probar la dificultad. Y porque la probó diciendo "pero hágase tu voluntad y no la mía" (100% hombre y 100% Dios) es que puede interceder por ti y por mí delante de su Padre.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
1 Timoteo 2:5-6

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