La discreción te cuidará.
Como he dicho en publicaciones pasadas, ser discreto es manejarse entre la prudencia y la sensatez. El prudente es medido en sus acciones y palabras mientras que el sensato valora lo que es correcto por encima de las consecuencias.
Ejemplo claro es el de Cristo: no habló de su muerte más que a sus discípulos (prudencia), mas cuando se acercó la hora de morir y cumplir su propósito fue sensato y lo enfrentó (sensatez).
Identificamos la discreción que tuvo Cristo en la ayuda que pidió al Padre en oración: sabiendo que era una tarea muy díficil.
Esperar el momento oportuno para decir algo, es ser discreto; saber a quién decirlo lo es también. La Biblia nos pone como ejemplo de indiscreción a Sansón: Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Jueces 16:17.
Igualmente vemos en el Rey Ezequías otro ejemplo que un verdadero ejemplo de discreción es vivir como quien no tiene nada y va a dar cuentas de todos: Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Hebreos 11:8-10.
Contrario a el Rey Ezequías, quien perdió el tino de extranjero, mostrándole todos sus tesoros a unos reyes que ni siquiera eran del Reino del Norte (las otras 10 tribus de Israel): Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado. Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos: He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová. Isaías 39:4-6.

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